A través de la oscuridad
pulsa el corazón del amarillo
Se haces silencio, puedes
pressentir los girasoles
al borde de la fortificación
Mientras el tiempo nos fustiga
con su látigo negro de nudos
seguimos olfateando la luz
Pero nadie desea que le llovan
piedras de lucidez en la cabeza
Con lo íntimo de los pies
sigo el flujo de los ríos bajo tierra
No hay porque temer los suterráneos
Volveré a ellos los pescados
que fabrico desde niño
poema inédito do livro Cegos como Eu, de Carlos Dala Stella
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